lunes, 26 de enero de 2015

Bebé anorak

Como algunos/as sabréis vivo en Málaga, ciudad y provincia caracterizada por su buen clima y bien denominada la Costa del Sol. En los más de seis años que llevo viviendo en esta preciosa ciudad, hay algo que me ha quedado muy claro: los veranos son muy calurosos (ojito cuando sufrimos el Terral) y los inviernos son cortos y suaves, al contrario de lo que sucede en mi ciudad natal, Manresa, en el corazón de Catalunya, donde los inviernos son tristes, largos y fríos de cohone que te pelas.
Y si algo he aprendido también con respecto al frío, es que el malagueño lo soporta bastante mal (obvio, no están acostumbrados), por eso cuando bajan las temperaturas a 5 ó 6ºC como sucedió esta semana pasada, poco más que se creen que han sido teletransportados a Suecia.


¿Y por qué hago esta introducción? Pues bien, ante todo que quede claro que si hace frío hay que abrigarse (¡de cajón!) pero si tenemos la suerte de vivir en un lugar con unas temperaturas tan agradables en invierno, pues no hace falta pasarnos con el abrigo y sobre todo, no creo que sea necesario sobreabrigar a nuestros bebés. He visto mamás que llevaban a sus hijos abrigados como esquimales, metidos en un saco dentro del cochecito y además con el cobertor o burbuja de plástico con una temperatura casi primaveral. ¡Por favor, que se te va a cocer el niño!



Y lo digo yo que soy friolera de las que duermen con camiseta de algodón y calcetines de lana, que si tengo que salir a la calle con gorro, bufanda y guantes, voy fantástica, pero oño que si no hace frío, no hace, por mucho que algunos quieran creer que nuestro invierno es como el de Islandia.


Con la idea de escribir este post, me he puesto a buscar información sobre el tema. He encontrado un montón de posts y publicaciones al respecto (basta con poner en Google "bebé sobreabrigado"), informando que el "sobreabrigo" puede ser perjudicial para nuestros bebés (que si puede causar estreñimiento, dermatitis, alergias...). De los que he leído, me quedo con un post de Bebés y más, porque como es lógico, le pone sentido común y lo explica muy bien y muy clarito, 100x100 de acuerdo (podéis leerlo aquí).
Pero en esta entrada que hoy publico, me vais a permitir que aplique un poquito de humor. Ayer, mientras me tomaba un chocolate con churros a las siete de la tarde sentada en una terraza de una cafetería malagueña (¡sí, sí, estaba en la calle de noche y con mi bebé, esto es lo bueno de vivir en Málaga!!), me puse a pensar:

"Si una mamá va abrigada solo con un abrigo, sin bufanda, ni guantes, ni gorro, porque hace una tarde muy agradable... ¿por qué lleva a su hijo tapado como una momia, con un anorak que parece el muñeco de Michelin sin poder moverse, además lo mete dentro de un saco y pa colmo le pone el plástico, si no llueve ni hace viento ni ná?".

Y en un arranque de imaginación chorras, visualicé a esa mujer tapada hasta las cejas, con bufanda y manoplas y con un plástico a modo de capuchón encima cubriéndola mientras camina por la calle. Me entró la risa floja con la tontá.

Y resulta, como no, que Google también te muestra publicaciones e imágenes jocosas al respecto, que se cachondean de las mamás primerizas, porque además de nuestras abuelas, somo quienes más pecamos de sobreabrigar a nuestros hijos. ¡Qué le vamos a hacer! Somos carnes de cañón por nuestro afán de protección.

En la revista El Jueves, hace ya unos años publicaron un estudio (nada serio, por supuesto) que revelaba el verdadero significado de algunas palabras en lengua inuit (la de los esquimales), como anorak que en realidad significa "niño sobreabrigado por su madre".

Y ahora confesad ¿vosotras sois de las que sobreabrigáis a vuestros hijos? ;-)

Espero haber aportado un poquito de humor a este inicio de semana.
Un abrazo.


domingo, 18 de enero de 2015

Mi bebé y sus maneras de dormir

En los nueve meses que ha cumplido mi niño son muchos los cambios que vamos viendo y experimentando juntos. Hay uno de ellos que tiene que ver con el sueño de mi bebé y cómo ha ido evolucionando para pasar de quedarse plácidamente dormido en mis brazos a preferir dormirse gateando. ¡Sí, sí,! mi niño, que en todo este tiempo no ha querido estar boca abajo, ahora se pone a cuatro patas, hinca la cabeza en el colchón y así se queda frito:



Cada vez es menos frecuente que se me duerma en brazos, normalmente cuando ya está cansado y somnoliento a la hora de la siesta o por la noche y siempre en posición vertical (como cuando lo porteo), nada de tumbarlo y acunarlo. 

En esas pocas ocasiones lo disfruto muchísimo, porque lo echo de menos y porque soy consciente de que cada vez serán más escasas. 
¡Ay qué tiempos aquellos cuando se quedaba sopa pegadito a mi pecho!

Sin ir más lejos, esta semana, en uno de esos momentos mientras lo sostenía, le comenté a su papá: 

"Esto es lo mejor del mundo mundial: cuando mi hijo se entrega al sueño confiando en mis brazos que lo sujetan"

Eso, y su cara de angelito, me derriten.

Algunas curiosidades sobre la manera de dormir de Daniel también han ido evolucionando. Por ejemplo, desde recién nacido le ha gustado tener algo que le tocase la cara. Normalmente utilizábamos un peluche y falta de éste, también valían sus propias manos o las nuestras.







Ahora, prefiere meter su cara entre mi cuello y mi barbilla, o hundirla en la almohada. La cuestión es que parece que le sigue gustando esconder su carita, tal vez le recuerde a cuando estaba en mi vientre encajado y por eso le relaja esa pequeña presión en la frente y los ojos.

Sin ir más lejos, hoy hemos ido en bus al centro y lo llevaba en la mochila portabebés, sabía que tenía sueño y no tardaría en "caer".  A una señora que iba sentada a nuestro lado le ha hecho gracia cómo Daniel intentaba meter su cara entre mi pecho y mi axila: "¡Míralo, cómo busca su cueva para dormirse!". 

En cuanto a la postura, de recién nacido dormía hacia un lado o hacia el otro y hecho un "coquito" (véase la foto de la izquierda, y su muñequito que no falte).

Según fueron transcurriendo los meses y él empezó a tener más control sobre su cuerpo, en la mayoría de ocasiones se colocaba boca arriba, brazos en posición de "¡arriba las manos!" y la cabeza ladeada. 
Una vez le pregunté a su pediatra si esta era una postura correcta para dormir, y me contestó que era estupenda y sobre todo si era en la qué él se sentía cómodo. ¿Cómo lo veis? Yo creo que está muy cómodo, verdad?
Sigue durmiendo en esa postura (a la que yo llamo "la ranita") la mayor parte del tiempo. 
Al principio utilizó chupete, pero alrededor de los cinco meses empezó a rechazarlo. El control y dominio de llevarse sus dedos a la boca reemplazaron al caucho, unos deditos de bebé son mucho más sabrosos, ¡dónde va a parar!



A lo largo de estos meses también nos ha deleitado con algunas posturas merecedoras de instantáneas y de un buen nombre.


Aquí tenemos El Faraón:


El churro, media manga, manga entera:






El Bonaparte:




El Santito:



y el un, dos, tres, al escondite inglés:




Y vuestros bebés ¿Qué rarezas tienen a la hora de dormir?

Te propongo un reto: sube una foto de tu bebé durmiendo en alguna posición graciosa o poco común y compártela en las redes (twitter, facebook, instagram...) con el hashtag #manerasdedormir. Incluso si te apetece, publica un post en tu blog para mostrarnos a tu angelito felizmente dormido. ¿Te apuntas?

Un abrazo.

lunes, 12 de enero de 2015

¿Niño o Niña? #Recordandomiembarazo

Hace unos días os hablé de la eco-Doppler que me realizaron en la semana 20 de gestación. Hoy os voy a hablar de algo muy importante que se suele ver y saber en esa ecografía.


¿Podríais adivinar por la imagen si se trata de un niño o una niña?

Nosotros no quisimos saberlo. Llegando al tercer mes de embarazo, mi pareja me propuso no saber el sexo de nuestro retoño. Le parecía más divertido y emocionante descubrirlo en el momento del parto. Como a mí me daba lo mismo que fuese niño o niña, me pareció una buena idea mantener la sorpresa hasta el final, por eso acordamos que no lo sabríamos hasta su nacimiento. Así pues, cada vez que entraba en la consulta del obstetra o de seguimiento de embarazo y tocaba eco avisaba de que no queríamos saber el sexo, porque los médicos están tan habituados hoy en día a decir el sexo y hablar del niño o la niña que no quería que a ninguno se le escapase. A ellos les parecía “simpática” nuestra decisión porque hoy en día no es normal no saberlo.

También fue divertido (y a veces pesado) el debate en la calle, entre los vecinos, los amigos, familiares, compañeros de trabajo… Porque, si habéis estado embarazadas alguna vez, habréis “padecido” la requeterrepetida pregunta: 

¿Qué llevas, niño o niña? 

Una pregunta que se contesta rápidamente con una sola palabra. Pero en nuestro caso, la respuesta era:

“No queremos saberlo”

Y ahí empezaba la retahíla de preguntas, opiniones, adivinaciones… sin fin. Que por qué no queréis saberlo, que de qué color vas a comprar los muebles y la ropa si no lo sabes, que si vaya tontería no saberlo si hoy en día se puede saber, que si enséñame las manos para adivinar si es niño o niña, que si estás muy guapa eso es que es niño (o lo mismo servía para vaticinar que era niña), que si no sientes ansiedad por no saberlo, que cómo te vas a dirigir a tu bebé durante el embarazo, que qué nombre le vais a poner….En fin, la lista era interminable.

Yo me divertía mucho con esto. ¡Cómo la gente se empañaba en saber el sexo de mi bebé con las mismas ganas que si fuesen a tenerlo ellos! Aunque a veces me molestaba también la actitud de algunas personas por su poco respeto hacia una decisión que tomamos mi marido y yo.
Nosotros seguimos a lo nuestro. Con lo del nombre lo teníamos claro desde mucho antes de quedarme embarazada. Si era niño, Daniel, si era niña, Sara. Y en cuanto a los muebles y la ropa, pues lo tenemos casi todo blanco (mi marido es daltónico y no somos de "colorear" mucho la casa). Además, como he dicho antes, yo no sentía la necesidad imperiosa de saberlo y realmente me daba igual que fuese niño o niña. Tengo amigas y compañeras de trabajo que han sufrido y se han llevado un gran chasco cuando han sabido que llevaban un niño y ellas querían niña, o viceversa. Afortunadamente, no fue mi caso. Lo que viniera, bien estaba y, aunque suene a tópico, lo importante era que viniese bien y fuese un bebé sano.

Quienes halláis leído mi entrada El parto que no soñé, sabréis que al ser un parto por cesárea estuve sola en el quirófano, sin mi marido, así que fui la primera en saber qué era. Como todo el personal que me atendía estaba informado de que no sabíamos el sexo del bebé, me preguntaron por los nombres elegidos. Y cuando estaba tumbada, anestesiada y sin saber en qué punto estaba la cesárea, de repente escuché un par de voces gritando al unísono “¡Un Daniel! ¡Un Daniel!”

En ese momento rompí a llorar “¡Es un niño! ¡Mi niño!”. Uno de los momentos más especiales, emocionantes y gratificantes que recuerdo de mi parto.

Y vosotras ¿Supisteis el sexo de vuestro bebé durante el embarazo? ¿Cómo recibisteis la noticia? 
Un abrazo.

martes, 6 de enero de 2015

Tip Numerológico del mes 1

Hoy os traigo el consejo del mes según lo que nos pide la vibración del número 1
Viene con cambio de diseño porque me apetecía darle un toque más juvenil e informal. Espero que os guste el cambio y que os ayude el consejo que nos aporta la Numerología Tántrica para el primer mes del año.





































Un abrazo.

jueves, 1 de enero de 2015

Numerología para el nuevo año 2015

Antes de todo, espero que hayáis tenido una buena despedida de 2014 y una feliz entrada en 2015. 
En mi primer post del año, hoy os traigo una nueva publicación sobre Numerología Tántrica dedicada al nuevo año que acaba de comenzar. Antes me gustaría explicaros que se trata de un tip general para todos en el nuevo año, es decir, que el año en sí vibra con su propio número, pero hay que tener en cuenta que luego, cada uno de nosotros, estaremos viviendo bajo la vibración de nuestro propio número personal en el año nuevo.
Dicho esto, aquí os dejo el tip numerológico para 2015:




































Un abrazo fuerte y FELIZ AÑO NUEVO!
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